
"Néstor Kirchner era, por sobre todas las cosas, un animal político. Su desvencijado corazón latía con fuerza cada vez que le tocaba subirse a un atril a dar un discurso o cuando se prendía en la discusión por cuestiones referentes al poder y a la gestión pública. Pero más allá de sus apetencias personales, sus ambiciones y sueños, el ex presidente que falleció de muerte súbita el pasado 27 de octubre, recuperó para el país la noción de que la política podía contribuir a cambiar las cosas".
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