viernes, 18 de febrero de 2011

Malditos escraches



Dice Clarín: "A veces el camino al infierno pedagógico está lleno de buenas intenciones, y de profundas confusiones. A partir de este año, en las escuelas medias de la provincia de Buenos Aires se enseñará con nuevos contenidos la materia Política y Ciudadanía. Será un curso de civismo y una apología a la tan deseada y necesaria participación. Pero de acuerdo a un documento generado por el propio ministerio provincial, se conciben explícitamente a los escraches, piquetes y pintadas como “distintas modalidades de participación política” . (...)
¿Escrachar es participar? ¿O es hacer justicia a través de una agresión contra alguien a quien se concibe culpable más allá de lo que enuncien los tribunales del Estado? ¿Son las pintadas formas de participación, o implican una irrupción no consensuada (sobre todo por los dueños de las paredes en las que las pintadas políticas se realizan) precisamente de la antipolítica? También hay una convalidación a la metodología de los piquetes".

Por suerte, las autoridades provinciales, con el gobernador Daniel Scioli y el ministro Mario Oporto a la cabeza, enmendaron ràpidamente el error. Asì es como se borraron de todos los programas educativos bonaerenses el estudio de las siguientes temáticas, por ir en contra de la democracia y la paz:
La crucifixión de Cristo.
La Inquisición.
Los campos de concentración nazis.
Los gulags estalinistas.
Las bombas atómicas norteamericanas sobre Hiroshima y Nagasaki.
Los planes económicos del Fondo Monetario Internacional.
Y, por supuesto, los crímenes de lesa humanidad de la última dictadura militar argentina.
Así nuestros jóvenes marcharán felices por un sendero en el que no existan todas las cosas feas de la historia de la humanidad. Y los adultos confiaremos en que no volverán a repetirse.
Además, van a estar contentos los lectores de Clarín y los oyentes de Radio 10. Eso es lo importante.

jueves, 17 de febrero de 2011

Verano caliente



Fue un verano caliente. Tal vez hubo otros más tórridos, pero este no se quedó atrás en la beligerancia de los termómetros y de los ánimos sociales y políticos.
Todo comenzó cuando un grupo multitudinario de desposeídos tomó instalaciones del denominado “Parque Indoamericano” en Villa Soldati, para reclamar una vivienda digna. Ahí nomás, los vecinos del barrio se manifestaron a favor de la protesta y hasta llevaron alimentos y colchones para que se cobijaran los miserables acampantes. El jefe de gobierno porteño tomó rápidas cartas en el asunto y anunció un gigantesco plan de viviendas para paliar la necesidad de los más humildes. Sin tener en cuenta los dichos de algún grupo minúsculo que decía que los ocupantes eran extranjeros, sostuvo que las viviendas serían “para todo aquel que lo necesite, ya que nuestro país siempre abrió los brazos para los hermanos de todas las latitudes que deseen habitar el suelo argentino”.
Pocos días después, se produjeron incidentes frente a la Estación Constitución, debido a que por una protesta de trabajadores despedidos del ferrocarril, muchos usuarios se quedaron sin servicio de trenes. El escándalo no pasó a mayores, gracias a la decidida acción de la Policía Federal que supo prevenir los desbordes violentos. Eduardo Duhalde, a quien se vinculaba con los episodios, se puso a disposición de la justicia para aclarar lo sucedido. Y decidió bajarse de su candidatura presidencial, arrepentido por haber agitado la violencia y por su responsabilidad en las muertes durante la feroz represión que su gobierno ordenó en 2002, en el Puente Pueyrredón. El gobierno nacional no se quedó cruzado de brazos, y mediante su secretario de Transporte anunció la puesta en marcha de un plan ferroviario nacional que incluye el retiro de los actuales concesionarios del servicio urbano de pasajeros y la modernización de todas las líneas ferroviarias, para recuperarlas de su paupérrimo estado actual.
A principios de mes también estalló otro escándalo: la detección de trabajadores en condición de esclavitud en explotaciones agrícolas, entre ellas en uno de la compañía Nidera. El escarmiento social no se hizo esperar: la UATRE, liderada por Gerónimo “Momo” Venegas organizó un paro a nivel nacional, con movilización y cortes de rutas frente a las instalaciones de las empresas cuestionadas. A la jornada de lucha se sumaron la CGT y la CTA, bajo la consigna: “Somos libres. Ni un trabajador esclavo en la Argentina”.
Hace pocos días se conoció la detección de un cargamento de armas, medicamentos y drogas no declarados en un avión de la Fuerza Aérea estadounidense en el aeropuerto de Ezeiza. La situación se agravó, debido a la negativa de las autoridades norteamericanas a colaborar en el decomiso del cargamento irregular, lo que suscitó un diferendo diplomático. Ahí sí la sociedad saturó su punto de ebullición: una masiva manifestación frente a la Embajada de Estados Unidos, reclamó a las autoridades de ese país que se sometan a las leyes argentinas. Se pudo ver a miles de vecinos de Palermo chico bajar de sus edificios con cacerolas en las manos, al grito de: “Patria sí, colonia no”. Los epítetos contra Barack Obama, Hillary Clinton, el Pentágono, la CIA, el FBI y hasta la embajadora Vilma Socorro Martínez no tardaron en llegar…

Me desperté sofocado. Mi cuerpo era un río de sudor. El ventilador estaba en su máxima potencia, la ventana abierta de par en par. Tuve que correr rápido al baño para refrescar mi cabeza y mi cuerpo. Mientras el agua corría por mis sienes recordé a mi abuela cuando me decía: “Nene: no comas muy pesado a la noche, que después soñás…”

miércoles, 16 de febrero de 2011

¿El infierno son los otros?


(Sí, ya sé, es viejita la nota, pero se puede leer)
La violencia y las muertes en la toma del Parque Indoamericano mostraron una Buenos Aires en constante erupción social, por las malas políticas y la ausencia del Estado. Y también lo peor de nuestra dirigencia y nuestra sociedad: la xenofobia y la discriminación hacia el más necesitado.

Como afirma el periodista Eduardo Blaustein, “las villas miseria capitalinas han sabido sobrevivir a todo porque son parte inherente de una historia económica y social dinámica, imposible de aislar y aniquilar en laboratorio. Son también parte de la vida de la ciudad, parte de su fuerza laboral. Aún cuando la ciudad quiera verse blanca, bonita, pulida, moderna y eficiente y aún cuando pretenda quitarse de encima ‘el problema de las villas’” (1). De ellas salen el vendedor ambulante, pero también la trabajadora doméstica; el pibe que pide monedas en el semáforo, pero también el costurero en un taller textil; el que le roba las zapatillas a algún desprevenido, pero también el albañil que trabaja en obras pequeñas o en la gran construcción; el transa que se llena los bolsillos a costa de la salud de otros pobres, pero también el que junta y recicla cartón y ayuda así a mejorar nuestro medio ambiente.

Claro que muchos de los habitantes de las villas son inmigrantes. Y gran parte de ellos vienen de Bolivia. Bolivia es un país ubicado al norte de la Argentina – nuestras vecinas de Barrio Norte deberían tener en cuenta que viven al sur de Bolivia-. Si estudiamos un poco de historia sabremos que los levantamientos de Túpac Amaru II y Túpac Katari y, luego, las sublevaciones de Chuquisaca y La Paz de 1809 fueron el punto de arranque de las guerras de independencia hispanoamericanas. El presidente de nuestra Primera Junta de Gobierno, Cornelio Saavedra, nació en Otuyo, Corregimiento de Potosí, en la actual Bolivia. Mariano Moreno, secretario de la Junta, y uno de los principales ideólogos de nuestra Revolución, estudió en la Universidad de Chuquisaca. Y al Congreso de Tucumán, que declaró nuestra independencia, enviaron representantes provincias ubicadas en el actual territorio boliviano. ¿Sabrán los elegantes vecinos de Palermo que la calle Serrano homenajea a José Mariano Serrano, diputado por Charcas? ¿O los de Villa Urquiza conocerán la historia de Pedro Ignacio Rivera, representante de Mizque, en el actual departamento de Cochabamba?

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