lunes, 8 de noviembre de 2010

El mal



Emilio Massera ha muerto hoy a los 85 años. Lejos de donde merecía haber muerto, en la cárcel.
Fue uno de los responsables del mayor genocidio de nuestra historia. Secuestró, toruró y mató a miles en los campos de exterminio de la ESMA. Lanzó a cientos de esos torturados desde los aviones al mar en los tristemente célebres "escuadrones de la muerte". Secuestró niños, a los que entregó a apropiadores ilegales. Saqueó y robó casas de desaparecidos. Encabezó estructuras corruptas en la compraventa de armamentos y el vaciamiento de empresas.
Massera hoy está muerto. Pero el mal no murió.
El mal sigue viviendo en los represores que aseguran haber librado "una guerra" mientras violaban, torturaban y mataban.
El mal vive en los civiles que lucraron con aquel genocidio.
El mal vive en los que, abierta o solapadamente, reivindican el accionar de la dictadura.
El mal vive en los que desde los grandes medios callaron ante los atropellos o directamente defendieron el accionar de los asesinos.
El mal vive en los que creyeron que había que "pacificar el país" dictando leyes de amnistía e impunidad.
El mal vive en los que hoy siguen creyendo que hay que "acabar" con los peronistas o "barrer" a los zurdos.
El mal vive en los que buscan un gobierno "para los que quieren a Videla".
El mal vive en los festejaron la muerte de un presidente democrático.
El mal vive en los que dijeron "no te metas", "algo habrá hecho", "con los militares estábamos mejor".
Aunque Massera haya muerto, el mal vive. Recordarlo, es parte de nuestra tarea.

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