Vaya uno a saber a través de qué caminos de la razón y del espíritu (nunca una lectura es casual o aleatoria), me reencontré después de mucho tiempo con un texto de Alejandro Dolina, “La conspiración de las mujeres hermosas”. Quería compartir algunos de sus párrafos destacados:
Cuando Jorge Allen, el poeta, se cruzaba con alguna mujer hermosa, caía en el mas hondo desasosiego.
- Esta muchacha no será para mí -pensaba mientras la veía doblar para siempre la esquina.
Es que cada mujer que pasa frente a uno sin detenerse es una historia de amor que no se concretará nunca. Y ya se sabe que los hombres de corazón sueñan con vivir todas las vidas.
En ocasiones especiales, Allen usurpaba el tranco de las más buenas mozas para decirles algo.
- Vea: si no me conoce, no podrá usted darse el lujo de olvidarme.
Pero casi siempre ocurría lo mismo. Las pibas de Flores no mostraban el menor interés en olvidar o recordar al poeta.
(…)
Una tarde, envenenado por la fría mirada de una morocha en la calle Bacacay, el hombre tuvo una inspiración: sospechó que la indiferencia de las hembras mas notables no era casual. Adivino una intención común en todas ellas. Y decidió que tenía que existir una conjura, una conspiración. El la llamó “La Conspiración de las Mujeres Hermosas”.
(…)
El primer fruto que se recuerda de estas inquietudes fue la memorable conferencia en el cine San Martin pronunciada por el poligrafo Manuel Mandeb.
Su titulo fue "De las mujeres mejor no hay que hablar"; vale la pena transcribir algunos párrafos conservados en la dudosa memoria de supuestos asistentes.
"...Nadie puede negar el poder diabólico de la belleza. Se trata en realidad de una fuerza mucho más irresistible que la del dinero o la prepotencia. Cualquiera puede despreciar a quien lo sojuzga mediante el soborno o el temor. Por el contrario uno no tiene más remedio que amar a quien le impone humillaciones en virtud de su encanto. Y esta es una tragica paradoja.
"...Las mujeres hermosas de este barrio conocen perfectamente la calidad de sus armas y las utilizan con el único fin de provocar el sufrimiento de los hombres sensibles. Ostentan su belleza y sin embargo no permiten que uno la disfrute. Cuentan dinero delante de los pobres. Esta perversa conducta no puede ser inconsciente. Obedece, sin duda a un plan minuciosamente pensado.
(…)
Pese a todo, Allen, Mandeb y todos sus amigos siguieron recorriendo las esquinas haciendo fuerza para creer que detrás de alguna puerta iba a aparecer la mujer que les salvaría la vida.
Por suerte para los muchachos, hubo siempre entre las conjuradas algunas Traidoras Adorables.
Naturalmente toda traición tiene su precio y muchas veces la exigencia era el amor eterno. Los Hombres de Flores pagaban una y otra vez este arancel.
La denuncia de Jorge Allen ya ha sido olvidada en el barrio del Angel Gris. Pero aunque nadie converse sobre el asunto, basta con asomarse a la puerta para comprobar que las cosas siguen como entonces.
Allí están las mujeres hermosas en Flores y en toda la ciudad, gritando con sus miradas de hielo que no están en nuestro futuro ni en nuestro pasado.
Alli está la abominable secta de las Chicas con Novio, poniéndonos ante la espantosa verdad de que siempre hay un hombre mejor que uno.
El camino para derrotar a esta muralla es largo y penoso, pero seguirlo es deber de los criollos arremetedores.
No hay más remedio que quererlas a pesar de todo. Y más todavía, tratar de que a uno lo quieran. Esta segunda labor es especialmente complicada y puede llevar la vida eterna. Consiste -por ejemplo- en ser bueno, aprender a tocar el piano, convertirse en héroe o en santo, estudiar las ciencias, comprarse una tricota nueva, lavarse los dientes, ser considerado y tierno y renunciar a los empleos nacionales.
Una vez hecho todo esto, ya puede el hombre enamorado, pararse en la calle y esperar el paso de la primera mujer hermosa para decirle bien fuerte:
-He sufrido mucho nada más que para saber su nombre.
Seguramente, la tipa fingirá no haber oído, mirará al horizonte y seguirá su camino.
Pero será injusto.
LA CONSPIRACION DE LAS MUJERES HERMOSAS. (Por Alejandro Dolina, de “Crónicas del Angel gris”)
Por aquellas mujeres hermosas a las que amamos mientras ellas nos ignoran olímpicamente.
Por aquellas que jamás serán nuestras debido a la conspiración en la que han ingresado, pero que se morirían de ganas por darnos un beso.
Por aquellas que han traicionado su causa por quedarse prendada de algún joven arremetedor como nosotros.
Y por todos los hombres sensibles que, aunque sepan que es una quimera, sigan buscando incansablemente que la más linda de la cuadra les de bolilla.
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