domingo, 1 de mayo de 2011

Sábato, el contradictor




Confieso que lo leí poco. Apenas “El túnel” (que no me pareció una gran novela) y escuché su “Romance de la muerte de Juan Lavalle”, junto al magistral Eduardo Falú (monumental, aunque para mi gusto demasiado condescendiente con el asesino de Dorrego). Tengo una cuenta pendiente con “Sobre héroes y tumbas”, que alguna vez habré de saldar. Así que mal puedo hablar del escritor.
Sí me quedo con el ser humano, con el intelectual intenso y contradictorio. Con el que, al mismo tiempo, formó parte y también renegó del aparato cultural de su país, este país, tan lacerado por contradicciones, al igual que él.
Aquel que militó en el Partido Comunista, pero abjuró de él, horrorizado por los crímenes estalinistas.
Aquel que fue “gorila” y detestaba a Perón durante el primer peronismo. Pero que sufrió cuando vio llorar a las sirvientas por la caída del “régimen depuesto” con la “Libertadora”.
El que fue funcionario de la “Fusiladora”, pero el que al poco tiempo renunció.
El que se sentó a la mesa del dictador Videla, con quien conversó del rumbo de la cultura argentina, pero jamás le pidió explicaciones por la desaparición de Haroldo Conti y de tantos otros.
Pero también el que encabezó la CONADEP y escribió aquello de:
“Las grandes calamidades son siempre aleccionadoras, y sin duda el más terrible drama que en toda su historia sufrió la Nación durante el periodo que duró la dictadura militar iniciada en marzo de 1976 servirá para hacernos comprender que únicamente la democracia es capaz de preservar a un pueblo de semejante horror, que sólo ella puede mantener y salvar los sagrados y esenciales derechos de la criatura humana. Unicamente así podremos estar seguros de que NUNCA MÁS en nuestra patria se repetirán hechos que nos han hecho trágicamente famosos en el mundo civilizado”.

El que sintetizó la “reserva moral” desesperanzada de la clase media “progre” durante la fiesta menemista en la década del ’90. Pero también el que –ya en sus últimos años- encabezó campañas a favor de la lectura en la Argentina kirchnerista.
El que ganó el Premio Cervantes de Literatura y fue elogiado por José Saramago. Pero también al que están velando hoy en un humilde club de Santos Lugares.
Cuando recibí la noticia de su muerte, me entristecí un poco. Al rato, me ganó la melancolía del día lluvioso. Y horas después, me asaltó indiferencia.
Contradictorio. Como la vida. Como Sábato.

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