viernes, 29 de octubre de 2010

Imágenes y sensaciones en la larga noche



Historia
San Martín y Bartolomé Mitre. El que hizo la historia y el que la escribió. El que luchó por los ideales de una patria grande y el que trabajó para consagrar los ideales de la clase burguesa porteña. El que murió olvidado en el destierro y el que dejó un diario para que lo defienda.
El billete de $5 y el de $2. Más o menos lo que me queda en el bolsillo.
Dos calles del centro porteño, que se cruzan a espaldas de la Catedral, en plena city bancaria.
Y en ese cruce estoy yo. Son las 23 hs. del 28 de octubre de 2010. Delante de mí hay una larga fila de gente que se extiende por cerca de 20 cuadras, serpenteando por las calles cerradas al tránsito. Espero llegar a la Casa Rosada.
A darle el último adiós al hombre que ayer entró en la historia.

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Crispación
“Juro a mi patria y a mis compañeros que si a las tres de la tarde del día de mañana el virrey no ha renunciado, los arrojaremos por la ventana de la fortaleza”.
El autor de esas palabras tan crispadas es Manuel Belgrano, el padre de nuestra bandera y uno de los hombres decisivos en nuestra emancipación nacional.
El recuerdo de esas palabras consta en una placa ubicada sobre la calle Rivadavia al 800, donde fueron pronunciadas y donde se ubicaba la casa de Nicolás Rodríguez Peña, lugar de cita de los patriotas.
Hoy el solar está ocupado por la Federación de Trabajadores Petroleros. A pocos metros de la placa con la frase de Belgrano, sobre el cartel que identifica a la entidad sindical, anoche había una foto de Néstor Kirchner, adornada con un par de florcitas, en recuerdo del hombre que nos dejó el pasado miércoles.
Kirchner, un hombre crispado. Ese que embistió contra la Corte menemista que intentaba redolarizar la economía, contra la cúpula militar de Brinzoni que buscaba perpetuar la impunidad, contra las patronales agrarias que desabastecieron al país y contra los medios concentrados que monopolizan la comunicación. El que le dijo a Bush en Mar del Plata: “No nos vamos a dejar patotear”, y junto al Mercosur frenó el ALCA. El que hizo trinar a los mercados, negociando con pulso firme la quita más importante de una deuda soberana en el mundo. El que desubicó a derecha e izquierda cuando le pagó completa la deuda al FMI y se sacó de encima la tutela del organismo que tanto daño había hecho a la Argentina y a la región.
Crispado, sí. Polarizador, polémico, seguro. Muchas veces injusto con sus detractores, tal vez. Pero hombre de convicciones, también. Y de tomar determinaciones. Esas determinaciones que en ciertos momentos deben tomar los hombres, sin pensar en las formas. A los que se quedan más en las posturas y los tonos, el viento de la historia se los suele llevar, como a hojas secas.

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Música
La gente avanza despacio. Domina el silencio, o algún diálogo murmurado entre amigos, parientes o compañeros. Pero cada tanto estalla el canto tribunero: “Andate Cobos, la puta que te parió”. El insulto al vicepresidente opositor es el hit de la noche. En algún momento hay una variación, un momento de calma, un epíteto menos: “Andate Cobos y llevate a la Carrió”. Algo es algo. Si Cobos es insultado, el CEO de Clarín no quedó inmune. "Néstor no se murió, que se muera Magnetto, la puta madre que lo parió". A veces el dolor deja paso a la crueldad.
También se escuchan referencias a “Néstor, mi buen amigo”, “para Cristina la reelección” y “los soldados del pingüino”, metáfora con autodedicatoria de los jóvenes kirchneristas. Más adelante la marcha peronista y el Himno nacional llegando a la Plaza de Mayo. Todas las voces, todas.

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Trabajo
Una parada obligada en B. de Irigoyen y Rivadavia, para alimentarse. El puestito vende sanguches (no me vengan ahora con anglicanismos) de chorizo y de hamburguesa. Dos datos clave: 1. Los choris son mucho más demandados que los patys, señal de que el público es mayoritariamente peronista o nacional y popular, como el lector prefiera. 2. Debido a esa mayor demanda, la cocción no se prologa por todo el tiempo debido. Al cuarto bocado pienso en mi hígado y en lo que esto me va a costar mañana. Pero sigo masticando, vuelvo a la fila.
Mientras le cuento mis experiencias por teléfono a José Luis - que hubiera querido estar - y a Paco - que estuvo más temprano -, los buscas tratan de hacer su agosto en octubre. En Rivadavia y Florida, un vendedor de banderas proclama: "La misma bandera que hoy se vendía a 10 pesos, ahora puede llevarla por tan solo... $9,99!!!". Estalla la carcajada en la concurrencia. Y alguno se anima a comprar. Por solidaridad, buena onda y por patriotismo.
Pasa otro muchacho vendiendo "los últimos afiches de Néstor y Cristina a 5 pesitos". Claramente lo mandaron a pegar esos afiches, pero le encontró la vuelta para hacer una diferencia. Bien por él. Lo siguen los que venden pan casero, pines con la cara de Kirchner, café, garrapiñadas, escarapelas, etc. Alguien anónimo en la fila comenta emocionado: "Mirá si será grande Néstor, que hasta después de muerto sigue dando trabajo".

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Igualdad
Avanzamos de a poco, muy de a poco. Muchos jóvenes, pero también gente mayor. Algunas familias. Laburantes cansados luego de yugarla todo el día. Y estudiantes con sus mochilas o morrales al hombro. Los jóvenes que ya no aborrecen de la política, que están en la política, que ven la política como algo bueno. Todos queremos mirar lo que está pasando, guardarlo. Relucen las cámaras digitales y los celulares que retratan el momento para la eternidad.
Delante mío una pareja con rasgos indígenas. Los escucho hablar, los presumo peruanos, pienso en que a partir de Kirchner el país ya no expulsó a los indocumentados extranjeros. Pero tal vez sea el prejuicio porteño el que me domina y ellos sean compatriotas, de las provincias del norte. Da lo mismo, hoy somos todos hermanos en el dolor.
Pasan también militantes de la comunidad homosexual. Recuerdo el único voto de Kirchner en su mandato como diputado: el matrimonio igualitario es hoy ley. Y ellos también quieren reconocérselo.

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Medios
También sobre Rivadavia está el edificio de Radio Continental. En su frente, manos anóminas dedicaron poco amigables contra casi todo el staff de la radio. "Bravo gorila", "Magdalena oligarca", "Leuco golpista", etc. La ligó hasta el columnista agrícola Alejandro Cánepa, el que se vanagloria de que Continental sea "la radio que escucha el campo argentino". Radio que tuvo un papel decisivo en el apoyo a las patronales agrarias en el conflicto contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, por la implementación de las retenciones móviles. En el frente de la radio no veo el apellido O'Donnell y pienso que María se debe sentir ninguneada por la muchedumbre. Una última leyenda resume: "Todos golpistas menos Víctor Hugo". Imagino la bilis que provocará esta imagen en Alfredo Leuco, siempre tan paranoico en la defensa de su propia quintita.
A pocos metros de ahí, aunque lo veré unas horas después está Lucas Carrasco, al que el barbado periodista de apellido recortado denunció por "amenazas" por un post enamorado del verborrágico bloguero. Algunos en la fila le cantan en broma "matalo a Leuco, la puta que te parió". En lugar de una metralleta, Lucas esgrime una botella de cerveza. O más de una, aunque por caballerosidad no las quise contar. Me arrepiento de no haberme acercado a darle un abrazo y manifestarle mi solidaridad. Aunque sé que no la necesita.
Por Avenida de Mayo, volviendo de la Rosada, veo venir cerca de las 2.30 a la plana mayor de Tiempo Argentino, el diario que más denunció los chanchullos de Papel Prensa: Roberto Caballero, Hernán Brienza, Cynthia Ottaviano. Sonríen, los gestos cansados, se enganchan también en algún cantito contra el vicepresidente. Pienso que a Leuco lo horrorizaría esa situación tanto como el flamígero post de Carrasco.
Con Kirchner también el periodismo se puso en discusión, fue materia de polémica como nunca antes. A los que veo aquí los llamarán "pagados por la caja"; al otro lo acusarán de "golpista" o "gorila". Todo debate es bueno y nuestra profesión lo necesitaba. Pero por sobre todas las cosas el país necesitaba una nueva ley de medios de comunicación: y ese es un logro inobjetable, que sin duda quedará en la historia.

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Amor
Ella es morocha, de pelo largo, alta y de ojos lánguidos. El, castaño tirando a pelirrojo, barbudo y con camisa de manga corta. Se abrazan, se besan, se hacen arrumacos justo atrás mío. Le ponen un poco de calor a la madrugada cada vez más gélida.
Mientras nos amontonamos con otros cientos en la columna que entra por Hipólito Yrigoyen, allá por las 3.30 de la madrugada, pienso que estoy a metros del lugar en el que estuve el 25 de mayo de 2003. Cuando ese flaco patagónico que no conocíamos del todo bien asumía la Presidencia del país, en un contexto lleno de nubarrones.
Esa noche junto a mi compañera y mi primer hijo, de menos de 2 años por entonces, decidimos ir a la Plaza de Mayo a dar el apoyo al nuevo mandatario. No lo habíamos votado, pero de todos modos íbamos con la esperanza de que algo podía cambiar. Y aplaudimos cuando salió junto a Cristina y a sus hijos a saludar desde el balcón.
Ellos dos siguen besándose. Pienso que si su relación perdura y deciden formar un hogar, el hijo que tengan va deber menos plata que mi hijo cuando nació. También va a tener más derechos, sólo por ser un menor de edad. Y eso se lo debe en gran parte al hombre que está siendo velado ahí enfrente y a la mujer que lo llora en silencio, aferrada al ataúd.
Todos miramos hacia arriba y vemos las nubes. Y sentimos las primeras gotas. Es como que todos juntos quisiéramos soplar hacia arriba para alejarlas y evitar que nos mojen. Todos juntos, en la calle. Recordando al que se va, pero tratando de darle fortaleza a la Presidenta. Unidos, aunque no nos conozcamos. Como hermanos, como pueblo. Y nadie se mueve.

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Historia, otra vez
De la última parte no quiero decir mucho. La entrada a la Casa Rosada, la casa de todos, cuando el reloj se acercaba a las 5. A la que - si no me falla la memoria - es la segunda vez que ingreso. El silencio en el Patio de las Palmeras. Y luego la ovación que proviene de la capilla ardiente y se propaga rápidamente.
Entramos a la Galería de los Patriotas Latinoamericanos. Recuerdo su inauguración, vista por televisión, durante los festejos del Bicentenario. Con Cristina rodeada de sus compañeros presidentes sudamericanos (al igual que hoy, pero en otras circunstancias), con Néstor - uno de los artífices de esa unidad continental - sonriendo desde la primera fila.
Veo entre otros los cuadros del venezolano Miranda y del mexicano Benito Juárez. Al fin nos asomamos a la sala en la que descansa el féretro, con los cuadros de Perón, Evita y el Che presidiendo. Unos pocos funcionarios quedan en el lugar: su hermana Alicia y los ministros Boudou y Domínguez. El no está, pero está. Supongo que se llama espíritu, invisible, impalpable, pero que se siente. Un breve saludo, con los dedos en V, desde mi condición peronista y la salida. Para qué más. Para otro momento guardo mis disidencias con él, las cuestiones por las cuales me peleé con su gobierno, aunque él no se enterara. Y reconozco que muchas veces era él el que tenía razón. Hoy es solo reconocimiento y respeto.
Me pregunto si alguna vez el cuadro de Néstor Kirchner estará allí entre los demás patriotas. O si la figura de su esposa terminará pesando más. Lo que es seguro es que su busto deberá instalarse en un salón cercano a este, como el de todos los mandatarios argentinos. Eso, si los cálculos no me fallan, será en el 2028, a 25 años del comienzo de su presidencia. Pero no me animo a imaginar qué será de nuestro país y de mi vida para ese entonces.
En la retirada alcanzo a ver el retrato del General San Martín, rodeado de coronas de flores. Justo el gran patriota con el que comenzó esta historia. Para despedir al hombre que hoy entra en la historia.

Foto: Presidencia de la Nación.

1 comentario:

  1. Exclente post, conmovedor hasta los tuetanos, ahora mas que nunca todos con Cristina. Saludos desde Cordoba compañero.

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