Todos sabemos los males (y los bienes) que hay en estos pagos. Pero a veces no está de más recordarlos.
jueves, 10 de marzo de 2011
El hombre de las milongas
Hace hoy 75 años, en Montevideo, nacía un hombre destinado al canto y a perdurar en la memoria rioplatense: Alfredo Zitarrosa. Poeta, periodista, compositor, convertido en una de las grandes voces del canto popular latinoamericano. Comprometido con el pueblo y con la historia de su tiempo, fue militante del Frente Amplio. La dictadura lo persiguió. Debió exiliarse en Argentina, España y México, y pese a que regresó a su patria, la tristeza se le metió hasta los huesos, hasta destruir su alma.
Hoy ya no lo tenemos aquí. Tal vez fue convocado por fuerzas superiores, como bien dice su compatriota Eduardo Galeano...
EL CANTOR (Eduardo Galeano sobre Alfredo Zitarrosa)
Cuando Alfredo Zitarrosa murió en Montevideo, su amigo Juceca subió con él hasta los portones del Paraíso, por no dejarlo solo en esos trámites.
Y cuando volvió, nos contó lo que había escuchado.
San Pedro preguntó nombre, edad, oficio.
–Cantor– dijo Alfredo.
El portero quiso saber: cantor de qué.
–Milongas– dijo Alfredo.
San Pedro no conocía. Lo picó la curiosidad, y mandó:
–Cante.
Y Alfredo cantó. Una milonga, dos, cien.
San Pedro quería que aquello no acabara nunca.
La voz de Alfredo, que tanto había hecho vibrar los suelos, estaba haciendo vibrar los cielos.
Entonces Dios, que andaba por ahí pastoreando nubes, paró la oreja.
Y ésa fue la única vez que Dios no supo quién era Dios.
Así que ahí andará, cantando milongas para un Dios desorientado, un santo maravillado y para todos los que aún lo extrañamos. Como él mismo decía en la milonga... "cuando canto soy un hombre con un pueblo en la garganta".
Salud, don Alfredo. Donde quiera que esté.
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