jueves, 24 de diciembre de 2009

ADN contado a mis hijos



Había una vez una señora llamada Ernestina, que era dueña de un diario. Una mañana, sorprendida, encontró en una canastita frente a la puerta de su casa a dos niñitos, recién nacidos, que por lo visto no tenían ni papá ni mamá. La señora, de gran corazón, los crió como si fueran sus propios hijos. Y los años pasaron...
Pero un día, unos señores jueces, que son quienes deben resolver si se cometió un delito, y quien lo cometió, decidieron entrar a la casa de esos chicos (que ya son grandotes), para sacarles un pelito del peine o un poquito de baba del cepillo de dientes. Eso que agarraron ahí se lo llevaron a unos señores muy estudiosos en un laboratorio, para que se fijen si su ADN, su código genético (N. del R.: ¿esto como lo explico?), coincide con los de unas señoras que hace mucho, mucho, están buscando a sus nietos. Esas señoras se hacen llamar las Abuelas de Plaza de Mayo y usan unos pañuelos blancos en la cabeza.
Hace muchos años, los militares que gobernaban el país, y que eran malísimos, secuestraron a los hijos y a los nietos de esas señoras. Los hijos nunca más aparecieron. Y muchos de esos nietos fueron entregados a otras familias. Los militares que hacían eso se llevaban bárbaro con la señora Ernestina, con quien fabricaban papel juntos y hasta brindaban con champan.
Entonces, cuando los del laboratorio hicieron sus experimentos, se dieron cuenta de que... (Continuará)

2 comentarios:

  1. Je, no te había leído este, fantástico

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  2. Parece un cuento fantástico, lo increíble es que está basado en hechos reales... (To be continued)

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