Todos sabemos los males (y los bienes) que hay en estos pagos. Pero a veces no está de más recordarlos.
miércoles, 12 de agosto de 2009
El muro está caído, ¿y ahora?
Dice JPV en una brillante nota: "El mensaje de Martín, un oyente de No somos nadie, me hizo pensar: TyC (o Clarín o TyC Sports, quien fuera) ha hecho las cosas lo suficientemente mal durante 15 años, como para que todo el mundo los critique. No los quieren los hinchas, no los quieren los clubes, no los quieren los dirigentes. Solamente los jugadores están dentro de su negocio. Han deformado el periodismo deportivo, han tomado de rehenes a los goles, han hecho todo mal, ok...A bancársela...
Cuando uno está en ese lugar, todo le parece normal, casi natural. La restricción de los goles, los codificados, la radio por televisión. Es muy difícil registrar el afuera. Pertenecer tiene ese privilegio y esa distorsión
Hoy, muchos hinchas, cansados de ese mensaje único, quieren festejar. Entre los piedrazos -justos o injustos, hoy no importa-, hoy hay que hacerse cargo de este “Muro de Berlín” que acaba de caer.".
La batalla ganada ayer será realmente un triunfo si esto contribuye a la democratización de la comunicación, en este caso particular del fútbol. Un ámbito querido por la inmensa mayoría de los argentinos. Sea el gobierno o quien fuera que se quede con la televisación no deberá formar un nuevo monopolio, aunque la televisación fuera gratuita por un tiempo, porque eso contribuiría a desvirtuar nuevamente la cuestión.
Lo lógico, lo esperable en una sociedad progresista, debería ser que el Estado intervenga ante el descontrol de los grupos empresarios y proteja a toda la sociedad de las acciones monopólicas de esos holdings. Eso es lo que cayó ayer: un monopolio que gobernaba (y deformaba) el fútbol. Como ha dicho Víctor Hugo más de una vez hoy el fútbol "no sabe cuanto vale", porque desde hace 18 años estaba entregado en bandeja a unos señores que se quedaban con la torta y entregaban a cambio las migajas.
Si el gobierno se pone firme aquí y hace las cosas como debería (y como esperamos) hoy comienza una transición en la que de a poco los ciudadanos tendrán mayores derechos y mayor libertad a la hora de elegir qué mirar y cuando. Y puede ser el puntapié inicial de una democratización mayor de la comunicación en general en la Argentina, hoy dominada por muy pocos.
Si no es así, el muro derribado ayer se volverá a levantar tarde o temprano. Y derribarlo será aún más difícil.
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