miércoles, 29 de abril de 2009

A votar que se acaba el mundo


(Nota publicada en la edición de Abril del periódico El Barrio Villa Pueyrredón)

Con el impacto perdurable del fallecimiento del primer presidente de la transición democrática, los argentinos nos aprestamos a ingresar a una fulminante campaña pre-electoral. Y con la democracia, como dijo el desaparecido dirigente radical, se pueden hacer muchas cosas. Pero primero hay que votar.

Por Fernando Casasco

El tiempo de los antiguos militantes políticos como Raúl Alfonsín, Antonio Cafiero, o muchos otros veteranos, ha sido sepultado. La acción política caracterizada por la militancia, las largas discusiones acerca de objetivos y metodologías, las divisiones partidarias en líneas internas con fuerte contenido ideológico, han pasado al arcón de los recuerdos. La crisis del 2001 y el "que se vayan todos" no provocó la salida intempestiva de todos los dirigentes que nos llevaron a esa situación, pero sí el advenimiento de otras formas de hacer política. Y a ello contribuyó en forma clave el omnipresente aparato mediático y las nuevas tecnologías.

De una democracia de partidos – confirmada por el Pacto de Olivos y la Reforma Constitucional del ’94 – en menos de una década dimos un salto hacia la democracia de candidatos y – peor que eso – a una democracia "bastarda" en donde las únicas posibilidades de elección pasan por un menú muy selecto presentado por los grandes medios de comunicación. Los dirigentes políticos que perviven son los que "miden", equiparando las encuestas de opinión pública con la medición del rating "minuto a minuto" de la TV. "Este candidato mide bien, démosle más pantalla"; "Este otro ya no mide tanto, no lo invitemos". Es la lógica del productor de TV la que se impone sobre la de los grandes conglomerados de opinión expresados a través de ideologías, partidos y plataformas.

Peor aún: en los últimos años hemos visto llegar a la política dirigentes que dicen despreciar la política. "No vine a la política a ser un político", dice un diputado y empresario millonario en un spot publicitario reciente. Y parece que va a sacar muchos votos. Lo vemos también a diario en las expresiones de los funcionarios del Gobierno porteño. "La política" – como ente abstracto – reúne todo lo malo, lo feo, lo sucio. Lo que se le contrapone es la supuesta decisión de "ayudar" o de "resolver los problemas", definiciones de sentido común que se desinflan por sí solas.

Si este es el modo de selección de los políticos que compiten electoralmente, la lógica sigue siendo la misma a la hora de gestionar la cosa pública. Las decisiones importantes se toman cada vez entre menos personas y haciendo más caso a los consultores de opinión pública y de marketing, que a los partidos o a "las bases", como se decía antiguamente. Eso fue lo que ocurrió con la decisión tomada por el jefe de gobierno, Mauricio Macri, de adelantar las elecciones legislativas porteñas para el 28 de junio. Más que los análisis de sus aliados políticos sobre la necesidad de unificar elecciones para lograr un mejor resultado en el comicio para diputados; o las cuestiones relacionadas con el gasto público y la mayor erogación que significaría una elección anticipada, primó el consejo del politólogo y asesor de campaña Jaime Durán Barba. El ecuatoriano, quien asesoró a Macri en su elección a jefe de gobierno, le mostró que una elección unificada en diciembre podría pasarle factura a él también por los efectos de la crisis económica internacional. Y que separar la elección de la ciudad de la nacional, le aseguraría un fuerte respaldo a su gestión. Así fue como finalmente se anunció que la elección para la Legislatura local se haría cuatro meses antes que los comicios para diputados nacionales.

Pero desde la vereda de enfrente tampoco se quedaron quietos. Como los yudocas que aprovechan el impulso del adversario para hacerle una toma y derribarlo, el gobierno de Cristina Kirchner consiguió la excusa perfecta para la modificación del calendario electoral nacional: no se podía, frente a una crisis que amenaza llevarse todo por delante, involucrar al país en una "maratón" interminable de actos electorales. Entre apoyos de oficialistas y rechazos de opositores, la fecha fue finalmente confirmada por el Congreso: el 28 de junio se vota en todo el país para diputados nacionales (algunos distritos elegirán también senadores), en una elección que parece mucho más que una renovación parlamentaria.

Danza de nombres

Con tan poco tiempo para buscar candidatos y armar listas, los políticos se lanzaron a una carrera contra reloj. En la Capital Federal, el macrismo, pese a que rechazó entre titubeos el adelantamiento electoral, es el que está mejor parado y hasta puede salir beneficiado por la movida. La idea original era que la vicejefa Gabriela Michetti se presentara como candidata a legisladora, asegurando un rotundo triunfo en la Ciudad que plebiscitara la gestión de Macri. Pero generaba un vacío a la hora de hablar de candidatos a diputados nacionales. La unificación hizo cambiar los planes, pero ahorró la posibilidad de una derrota en octubre. Seguramente Michetti será candidata a diputada nacional, mientras que Federico Pinedo – actual titular del bloque PRO en Diputados – encabezaría la lista para la Legislatura. Hace dos años los afiches del macrismo nos pedían "Ponelo a Pinedo en el Congreso"; los planes cambian rápido en la política actual. Entre los posibles candidatos a diputados nacionales también figuran Diego Santilli (deja su banca en la Legislatura y no puede ser reelecto), Paula Bertol, Esteban Bullrich y Helio Rebot.

La principal perjudicada por la unificación de la fecha electoral fue Elisa Carrió. La líder de la Coalición Cívica tiene a la Capital Federal como su distrito más fuerte. Pero la candidatura de Michetti (con alta imagen en las encuestas) exponía a Lilita a una probable derrota y un duro traspié, de cara a las presidenciales de 2011. Por ahora confirmó a Alfonso Prat Gay como su candidato a diputado nacional, pero suena la posibilidad de que la misma Carrió lo acompañe yendo en segundo lugar en la lista, con el objetivo de mejorar las chances electorales del ex presidente del Banco Central. Sus aliados radicales buscan "meter" en la lista al ex miembro de la Cámara Federal Ricardo Gil Lavedra.

En el kirchnerismo aún reina la confusión. En un distrito históricamente difícil para cualquier presidente de origen justicialista, el conflicto del campo empeoró aún más la situación para el gobierno nacional. Algunos ven en la figura de Aníbal Ibarra a un posible "salvador", pero el ex jefe de gobierno ya anticipó que no piensa ser candidato del Frente para la Victoria y lanzó su postulación a diputado nacional por su propio espacio. Autodescartado también Rafael Bielsa, las mayores posibilidades recaen sobre Carlos Heller y Amado Boudou, aunque aún no hay nada confirmado. Las encuestas darán su veredicto.

En el centro-izquierda sigue reinando la dispersión. Además de Ibarra, ya el Partido Socialista lanzó sus candidatos: Héctor Polino para diputado nacional y Roy Cortina buscará retornar a la Legislatura porteña. El partido de Juan B. Justo mantiene conversaciones con el Proyecto Sur, que busca postular al cineasta Fernando "Pino" Solanas. A su vez, este espacio negocia también con los ex aristas del bloque SI, que pretenden impulsar la nominación de María América González. También ya anunció su posulación Vilma Ripoll por el MST – Nueva Izquierda.

La danza de nombres se irá definiendo en los próximos días, de acuerdo con los sondeos de opinión y la lógica televisiva. A propósito de elecciones: ¿algún lector escuchó en algún momento hablar de convocar los primeros comicios de las Comunas, previstos para este año? Yo tampoco. Ah, es cierto: el tema de las comunas no tiene rating. Y si no mide…

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