viernes, 6 de marzo de 2009

En el país de nomeacuerdo


Polémica inútil, estéril, idiotizante. Es duro darse cuenta que nuestra sociedad olvida su pasado tan fácilmente. Que hace una década apenas, la inseguridad de entonces (sí, con el neoliberalismo había mucha inseguridad) hacía a los zonzos de siempre pedir la pena de muerte. Y que en ese entonces apareció una mujer, con más neuronas y menos cirugías que Susana Giménez, para terminar la polémica de un plumazo. En estos tiempos autodestructivos, donde las mentes brillantes no sobran, bueno es recordar aquellas palabras de la querida María Elena. A ver si terminamos con tanta vanalidad. Y, de paso, en ella desear felíz día de la mujer a todas las mujeres que sufren, piensan y luchan por este hermoso país.

La pena de muerte
Fui lapidada por adúltera. Mi esposo, que tenía manceba en casa y fuera de ella, arrojó la primera piedra, autorizado por los doctores de la ley y a la vista de mis hijos.

Me arrojaron a los leones por profesar una religión diferente a la del Estado.

Fui condenada a la hoguera, culpable de tener tratos con el demonio encarnado en mi pobre cuzco negro, y por ser portadora de un lunar en la espalda, estigma demoníaco.

Fui descuartizado por rebelarme contra la autoridad colonial.

Fui condenado a la horca por encabezar una rebelión de siervos hambrientos. Mi señor era el brazo de la Justicia.

Fui quemado vivo por sostener teorías heréticas, merced a un contubernio católico-protestante.

Fui enviada a la guillotina porque mis Camaradas revolucionarios consideraron aberrante que propusiera incluir los Derechos de la Mujer entre los Derechos del Hombre.

Me fusilaron en medio de la pampa, a causa de una interna de unitarios.

Me fusilaron encinta, junto con mi amante sacerdote, a causa de una interna de federales.

Me suicidaron por escribir poesía burguesa y decadente.

Fui enviado a la silla eléctrica a los veinte años de mi edad, sin tiempo de arrepentirme o convertirme en un hombre de bien, como suele decirse de los embriones en el claustro materno.

Me arrearon a la cámara de gas por pertenecer a un pueblo distinto al de los verdugos.

Me condenaron de facto por imprimir libelos subversivos, arrojándome semivivo a una fosa común.

A lo largo de la historia, hombres doctos o brutales supieron con certeza qué delito merecía la pena capital. Siempre supieron que yo, no otro, era el culpable. Jamás dudaron de que el castigo era ejemplar. Cada vez que se alude a este escarmiento la Humanidad retrocede en cuatro patas.

María Elena Walsh

2 comentarios:

  1. LAS Y LOS INVITO A LEER MI BLOG http://plagiodemariaelenawalsh.blogspot.com PARA LEER ACERCA DE "EL TORTURADO" DE LA DOCENTE LIC. SARA ZAPATA VALEIJE,Y SU PLAGIO CORRESPONDIENTE:"LA PENA DE MUERTE",PERPETRADO POR LA RESENTIDA LESBIANA MARIMACHO WALSH,DESPUÉS DE ENVIARLE A S.Z.V. UNA TARJETA QUE COMIENZA CON UN "QUERIDA SARA".

    QUEJAS: SARA FACIO DE WALSH azotea@laazotea.com.ar
    walsh@arnet.com.ar

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