
Ni
“progre” como nos habían hecho creer entonces.
Ni
“facho” como nos dicen ahora.
La palabra que yo usaría para entender al electorado porteño es: conservador.
Conservador no quiere decir que le gusta ir a pasear toros a la Sociedad Rural o a mirar vidrieras a la Avenida Alvear.
Conservador es el que quiere conservar algo. No importa qué. Y hace todo lo posible para que eso se mantenga inmutable.
Es conservador el de clase media alta o alta de Recoleta o Puerto Madero que quiere conservar sus riquezas e irse a pasear por Europa.
Es conservador el de clase media media de Villa Urquiza o Caballito que no quiere que se construyan torres en su barrio ni que los indigentes revuelvan bolsas en sus veredas.
Es conservador el de clase media baja de Villa Lugano o Pompeya que no quiere que indigentes le usurpen el campito de enfrente.
Y hasta es conservador el de clase baja que prefiere hacinarse en una villa aunque le ofrezcan una casa más confortable lejos del centro.
Conservadores son los que votan a Macri porque reprime a los "sin techo", habla de “inmigración descontrolada” y arregla veredas.
Y conservadores son los que van a votar a Cristina porque a ellos les va bien económicamente, aunque no se la banquen ni a ella ni a lo que representa.
En cierto modo, todos somos conservadores.
Pero creemos que tenemos onda.
Y ahí está nuestra ciudad de Buenos Aires.
Toda amarilla y con globitos de colores.