
"Mi corazón estaba en el ejército y ese fue el motivo por el que me enrolé. Es una pena que no haya conseguido ir a Afganistán. Hay argumentos ligeramente válidos para justificar que no pueda ir, pero muchos son mera publicidad. Aún no he perdido la esperanza de poder ir".
El muchachito no sólo pertenece a la parasitaria monarquía británica. También reporta - y en el futuro será el jefe máximo - a las Fuerzas Armadas de un país que invadió Irak, Afganistán, bombardea Libia y (por si alguno no lo recuerda) nos arrebató y mantiene bajo su dominio colonial a las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur.
Y acá, la gilada (habría que decir tilinguería, ¿no es cierto Don Arturo?) preocupada por la medallita que se cuelga o cuantos lacayos levantan la bosta de los caballos del carromato real.
Y bue. El problema no es de ellos, el problema es nuestro.